Rayuela
De la única manera, de esta única forma de dejar de esperar sin esperanza. De la manera en que todo hace parte de la nada para volverse olvido. De la misma forma en que el inevitable olvido se convierte en ausencia y revelaciones. De esta forma, no de otra, se transfigura el ritmo de la idea que nace, que emerge de una palabra sin aliento que comienza a latir con un impulso de vida irrevocable. De la misma forma, en que la nada es costumbre y presagio, en que la nada es compromiso y silencio. Comienzo a comprender que de nada depende el hilo de los días, cuando todo cambia, cuando todo inicia y termina en el límite de esa palabra, que detenida por el tiempo, no vacila en la misión de significar el miedo a la alegría o la firme esperanza del olvido, así, como ahora mismo comienzo a comprender que de nada depende el sueño que nunca fue soñado y pasó frente a mis ojos inadvertido, amorfo e inconstante. Es así, como de nada depende, entonces, el juego de la vida, el azar y su misterio. Ahora, solo es esto y es la única manera de saber en qué sitio quedó el número invisible de la rayuela.
Anna Bahena.
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