Reloj de Arena
A Ana.
Algo
entorpece el sonido del silencio.
El
sueño se distrae con la música
que
canta el reloj de pared
que mi
madre compró
para
desvelar el flujo de sus años.
Todas
las noches el reloj
Entona una
misma canción
tic
tac, tic tac...
haciendo
del sonido
un
grito detenido.
Debo
encontrar la forma
de
hacer que mi madre
comprenda
que los relojes
de
pared, siempre entonarán
un
grito a la espera que alguien
los
encuentre y los detenga.
Que la
cuerda que les damos
nos ata
a las horas
que nos
quedan de estar vivos,
y que
el tiempo es como un pájaro
varado
en una jaula
donde que
su canto no es más
que el
deseo de ser libre.
Ahora
comprendo por qué
nunca
me gustaron los relojes
que
empolvados cuelgan
en las
paredes de casa.
Tal vez,
porque en el fondo,
yo
quisiera imaginar que los años
de mi
madre hoy se encuentran detenidos
y que a
diferencia de su tiempo,
mi
tiempo, es un pequeño sueño interrumpido
contenido
en las paredes
de un
reloj de arena,
donde
el tiempo se hace mudo,
donde
el tiempo no envejece,
donde
la vida y los sueños
se
condensan dando un salto
hacia
el vacío,
allí
donde la vida se revierte.
Anna
Bahena.
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