lunes, enero 13, 2020

Poema sin nombre.



A veces quisiera desaparecer.
Desaparecer de las palabras,
del sentido de la vida,
de las nostalgias y de los recuerdos.
Desaparecer las cartas que escribí
mientras miraba tus ojos dormidos
en el lado izquierdo de mi cama.
Desaparecer del silencio,
del llanto que fue canto
la primera vez que te vi sonreír
mientras iluminabas
las oscuras noches de mi insomnio.
Perderme descalza sin temor a la vida,
trazar caminos imaginarios
por donde huir de esta realidad
que nos azota, que nos llena de ira,
que nos saca esas lágrimas de mar
que inundan nuestros cuerpos.
Desaparecer, 
desaparecer por cuenta propia
y no a causa del olvido en que nos
hemos convertido.
Desaparecer del mapa de mis sueños,
de mis oraciones,
de mis cantos de clamor hacia la vida.
Desaparecer a los ojos de dios
porque a veces él sabe 
que nos deja tirados
a la deriva del tiempo
sin saber si orar, amar, correr o huir.
Pero quiero que sepas
que no quisiera desaparecer por desamor
o por algo parecido.
Quiero desaparecer por cuenta propia
y no que me desparezcan y me encuentren luego
entre huesos sumergidos en flotas
donde navegan otros huesos que no serán los míos.
Yo quiero desaparecer con nombre propio
con la libertad de haberme ido,
ya sea por uno, por dos o por tres días, años, o decenios
y regresar tal vez para contar la historia
de alguien que tomó la decisión de irse,
de tomar por barco al tiempo, 
adentrarse hacia sí mismo,
y en ese huir encontrarse muy adentro de su cuerpo
la tranquilidad de haber sobrevivido.

Anna Bahena.

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