Un nuevo lenguaje.
La noche llueve.
Veo caer una palabra,
que se desprende del cielo de tus ojos.
Alcanzo a leer el poema que brota de tu ser,
el silencio,
la lágrima que nace,
la palabra salada
de un dolor que desconozco.
Te veo y te nombro.
Nos nombramos en el lenguaje misterioso
que nace de nuestro encuentro
con la tristeza.
Tú revelas tu alma
colmada de llanto enardecido,
Yo revelo mi alma
bañada de un mar enfurecido.
No es necesario pronunciar en este instante
aquello que nos habita y nos hace hablar
de las voces que cantan dentro de sí.
Suficiente poema estamos escribiendo
mientras nos miramos
fijamente a los ojos.
Suficiente es arriesgarnos
a ser traducidos por nuestras miradas
que significan la vida.
Hemos creado
un lenguaje con palabras
inexistentes que solo nuestras almas
conocen a fondo.
Sí, es el lenguaje que solo puede leerse
en un momento de contemplación
donde se revela el alma,
con el abrazo que se transmite
de mirada a mirada,
en el silencio que nace
de corazón a corazón abierto.
Anna Bahena.
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