martes, enero 14, 2020

El Hombre y la Muerte


Entonces lo miró. Su mirada profunda parecía perderse en medio de la ausencia. Un halo de sombra y de penumbra rodeaba su cuerpo tirado en medio de la calle de la vida. Estaba solo a punto de tomar la decisión que pondría fin a todas sus tristezas. Hombre que desde el silencio explotaba en llantos de odio y de dolor. Fue entonces cuando en medio de los sueños pudo verla. Una luz le llamaba desde lejos, ondeando su cabello, transmitiendo con voz suave palabras dulces, calmadas y llenas de esperanza. Ella tenía la piel de estrellas y una mirada blanca como la muerte. En su sueño el hombre la observaba danzando, descalza sobre la cima de las nubes. Mientras danzaba, aquel hombre lograba imaginarla serena, ausente como quien hace olvidar lo que para el hombre significaba el deseo de su propia muerte. Comenzó a verla cada noche. Muerte y hombre sentados en el umbral de sus deseos se citaban al cruzar la línea de la media noche. El hombre en vida se sentía nadie, el hombre en sueños junto a la muerte se sentía alguien. Alguien que buscaba a la muerte para hablar con ella asuntos de la vida, como aquel misterio que tiene como fin el nacimiento que es puro y acendrado como el corazón que le ofreció la muerte a aquel hombre que perdido en medio de sus sueños le entregó la vida.

Anna Bahena.


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