domingo, marzo 30, 2008

Contracorriente


Cuatro era su número favorito. Las palabras finales que marcaron la despedida del tiempo temblaban en sus labios, mientras los mios descifraban los parajes estelares en su corazón. Tiempo y silencio hablando mutuamente. Tiempo y silencio acordando un espacio a donde llevar el alma en horas de la noche. Recordamos haber sido camaradas del mar eterno, sumergiendo las alas en las profundidades del cuerpo, que mis brazos eran hilos enlazados en su espalda constelada y sus dedos caracoles de palabras transitando avenidas desoladas de mi cuerpo. Cuatro era su número favorito. Con un solo nombre atravesaba el mar, siempre mirando hacia la vida, pretendiendo cruzar la barrera marcada en la pecera : no pasar y pasó. Navegante de sueños que tras la batalla con los dias ha logrado liberarse de la jaula, de la soledad de mis silencios. Memoria anclada, deshabitada en las colinas azules donde me siento a esperar la madrugada, esperando, esperando, esperando, lo que siempre soñé: el alunizaje de un Sol amarillo en la Luna de mi Alma, mi Sueño, mi Sueño en cuatro letras.
Anna.

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