martes, diciembre 28, 2010

Si Volviera a Nacer


Si volviera a nacer pediría un deseo, no escuchar a los grandes decir en mi oído que Mambrú se ha marchado al mundo perdido, donde las guerras no cesan y el dolor y la pena, hacen parte del hielo que invalida la tregua. Además pediría a la profe de párvulo que me cuente una historia de lírica y canto y que en vez que una china se pierda en el bosque me disfrace de pájara pinta y que el verde limón sea mi llanto. Yo quiero ser lluvia, jugar a la lleva, a escondidas perderme entre viejas praderas y que en vez de pantallas de google y de facebook, me entretengan estrellas y una luna llena. Pido en secreto que la iguana regrese y que esta serpiente no tome aguardiente. Quiero ser pan, quiero ser canela, dar una media vuelta, dar la vuelta entera y que todos se enteren y que todos se burlen por creerme una niña ya siendo una vieja. Quiero tener tiempo para investigar a donde fue la A con su amiga E, si se cuadró con I o se quedó con O y si U se quedo con aquel, que solo quedó jugando agua de limón. Que los pollitos se acuesten sin hambre y sin frio y que mis padres respeten este mundo mío. Si volviera a nacer yo quisiera sentir unas ganas enormes de volver a reír, saltar bajo el agua mientras grito que llueva y visito a la vieja de una extraña cueva. Le diría mil veces que me cuente la historia de rin rin renacuajo o que me muestre las botas de su viejo gato. Volaría en silencio con carteles de lata protestando en el cielo por algunas palabras, pues no soy de ese reino de la capital, no me quiero casar: yo no sé de coser, yo no sé cocinar. Y de paso aprovecho para recordar ese tingo tango bien particular: de estrella en estrella yo quiero saltar hasta que la muerte me haga descansar y no quiera mis sueños de zapatos rotos, ni muñecas azules con piel de algodón o hasta que la muerte se contagie de vida y podamos jugar, en ese extraño reino de la eternidad.

Anna Bahena.

lunes, diciembre 13, 2010

El Destiempo


Llegas a casa y nos sentamos al lado de la noche. En un rincón del tiempo - a escondidas – de nosotros mismos. Y en la pausa infinita de una lágrima rota miramos al cielo. Y la noche llega iluminada -en el corazón- de cada estrella. Cantamos la canción de los mudos corazones. Tú sonríes, yo sonrío. El vuelo de la noche danza en las pupilas de tus ojos. Ahora se descubre en el marco del viento, un recital nunca hecho, una vela encendida por los deseos no cumplidos, una copa de vino que se resiste a morir en mi aliento. Llegas a casa y el corazón se dilata, los ojos se ensanchan y toda lágrima es bosque y belleza. Estrellas cristalizadas. Sin embargo, a tiempo de una última hora, esta noche no has llegado. Y ahora me encuentro sentada al lado de mi última esperanza, en un rincón del tiempo – a escondidas- de mi misma, tras la lámpara del mundo en el destiempo la noche.

Anna Bahena.