viernes, enero 25, 2008

Expiración del Tiempo


El tiempo no existe porque me he tragado las voces de las horas. A veces, cuando las horas llegaban, conversaban acerca de sus noches muertas. Noches que pasaban en vela con sus almas sonámbulas haciéndole gestos a la Luna para recordarle su eterna condena de morir al regresar el alba y revivir al despertar la noche. Sus diminutas voces flotaban en el aire desde que era una niña solitaria. Cuando despertaba de un salto en la oscuridad de la pálida noche y escuchaba el eco de los fantasmas recorrer las calles, silbidos que llegaban con el viento, que retorcían mi corazón y con el sudor del pánico me ahogaba en las sombras despiertas. No era yo la única niña condenada a tener los ojos abiertos. A mi lado la muñeca vieja, de trapo rosa y zapato azul respira hondo y tiene los ojos abiertos, igual que yo, igual que ayer.
Ayer era tiempo pausado, medias de algodón sobre mis pies callados, solitarios como los dragones del cielo cuando las hadas lloran. Y las voces de las horas eran el olor de mi inocencia, era el sabor de abril, era el sabor de un beso silencioso diciendo hasta mañana niña, duerme niña, sueña niña, llora niña, canta niña tu muerte.
Era el sabor del sufrimiento al recordar que cada día crecía con los años el corazón enfermo de un síndrome llamado soledad. Era el tacto de saber que debía abandonar los cumpleaños algún día, dejando fotografías empolvadas por los años que pasan y rotan al ritmo desmesurado que orbitan los planetas en el cielo. Esas voces de las horas que dejaron heridas en las manos, marcas imborrables de un olvido sin nombre, tatuajes de un recuerdo involucrado en la memoria del cuerpo, voces de horas muertas, voces del pasado las que fueron cuando todos se preguntan esa fecha especial en que celebrarán el día cuando dejaremos de ser niños, cuando creceremos para hacernos responsables de nuestra materia en horas de la guerra. Sin esperanza en esta vida sin fin, sin esperanza de crecer y encontrar vivo el cuerpo del amor.
Voces encerradas en el ático. Que crecen con el tiempo de las miradas perdidas. Todos miran a la derecha y uno que otro, aquellos que nos escapamos miramos a la izquierda. Pero somos tan pocos que solamente con pasarnos el semáforo en rojo nos damos cuenta de quienes somos y podemos contarnos con los dedos de nuestras propias palabras. Aquella voz de las horas infantiles las mastico como nubes de un pasado que nunca comprendí, aun sabiendo que he dejado un puente melancólico de una memoria ineludible. Y ahora pertenezco a un tiempo sin tiempo. Retorno a la vida de mis más grandes pasiones sin segundos limitantes.
Las voces de las horas ya no hablan. Se apagan como se apaga la luz de media noche y así me entrego a la vida, vida sin esclavitud de ser lo que los otros quieren, vida en mí que es el encontrar el cuerpo del amor en cuatro letras. Porque la niña sonámbula ha quedado dormida en sus noches de miedo y la mujer ha logrado escapar de las noches de miedo hacia la vida.
Anna.

domingo, enero 20, 2008

Pasión de Vos



Yo hago de la Luna un barco en la Palabra,
letanía de un pacto interminable
que sella la noche con tus besos.
Soy la que soy en horas inconclusas de la vida,
esta pasión de amarte enceguece los pasos
en la existencia alucinada de los días.
Pasión de rostro amado que salpica palabras en las venas,
inyección letal de un fuerte silencio
en el recorrido de la creciente Luna.
Sueño.
Así llega la transparencia acumulada de las horas
y edificios de palabras construyo con tu nombre,
sembrando poemas en el jardín de las esperanza
calentando el cuerpo de tu voz en la mirada.

Anna.

viernes, enero 18, 2008

Nombre Azul en el Silencio Rojo



Enamorada la noche de tu presencia blanca.
Rayo de Luar que brota por la espalda de los días,
antepasado de mi sombra inerte,
he llamado tu voz en la distancia.
¿Que haré sin mi?
mi cuerpo abraza lo que fluye que tu ser,
la distancia pasaje de un nombre azul,
relámpago de silencio rojo,
fuego en las calles de los días.
Bebe de la copa del cielo
un poco de mi sonrisa plana.
Atrévete a sorprenderme entre las sabanas
de los relojes que dejan huellas en la espalda,
pasión de rumor mutuo,
instante de un tiempo eterno
en la mudez del alma.

Anna.