miércoles, febrero 28, 2007

El Misterio de la Palabra Tristeza en Tres Silencios


-Entonces… la tristeza.

…se pierde la mirada y se percibe un horizonte sin Oriente ni Occidente, sin Norte…y sin ti.

- Hoy la probabilidad de lluvia es mínima. En lo más profundo de la noche observo que la mañana tuvo un color amarillo y que la noche tiene el color oscuro y triste de la palabra sorda…aquella a la que todos llaman tristeza.

-Estas triste y no se por que si lo supiera tal vez podría comprenderte y comprenderme.

Dennis.

Anna.

Victor Hugo.

domingo, febrero 25, 2007

A la Mañana Siguiente


Hoy como hace mucho tiempo no lo hacia, me detuve a observar la llegada del Sol. Hice una pausa en mi tiempo para entregarme a otro tiempo. Presté atención para sentir cómo por cada fracción de segundo su luz iba siendo cada vez mas placida para los sentidos. Pensé en la grata sensación que deja la brisa de la madrugada en la piel, en cmo en la mañana el aire alcanza a ser tan puro que entra a los pulmones con ganas de entregarse a la prisión del cuerpo, es la pretensión de quedarse allí para nunca más salir mientras se sumerge en los poros de la piel. La única sensación en ese instante es una breve producción de sonrisas en el rostro.


En realidad, tuve una noche de esas que por más que intentes dormir, las ideas giran y giran en líneas constantes y sientes que ni las pastillas ni el cansancio son suficientes para conciliar el sueño. Una de esas noches en que escuchas como los grillos tratan de regalarte sinfonías nocturnas en el antejardín de tu casa y que por mas carros que trates de contar en la avenida nada es suficiente.


Sin embargo, las noches en vela siempre son exhaustivas, por eso mismo, porque las ideas parecen convertirse en torbellinos de palabras que vienen y se van, traen recuerdos infantiles y luego recuerdos de un sueño pasado, ahora desaparecen, se escapan de las avenidas memoriales y terminan destruyendo los paraísos del espacio. También, en este instante tengo la sensación de que la noche de insomnio es como un naufragio, donde el cuerpo se sumerge en océanos de emociones, de rabia, tristeza, alegría, ira, dolor, melancolía y no se cuantas palabras mas podrian
describir ese tedioso y la vez significante instante donde la soledad se jacta con cada idea que realiza y que a la vez, como fantasma de la noche coloca en el sentido lineal de la propia realidad.


La vanidad de ese conocimiento hizo que me levantara temprano, esas ideas me habían dejado profundamente consumida en un sin fin de excitaciones articuladas, ya no por la fantasía uniforme de querer encontrar figuras en las cortinas de mi habitación, sino por el hecho de que en la noche no tuve tiempo de soñar quizá con el pasado.


Y es que la noche es como una huida a la realidad, en la noche nos encerramos en el intimo espacio del silencio, será porque muchas veces nos sentimos cobardes a la humanidad, a lo que aqueja moralmente y por eso nos dedicamos a pensar en lo que pudo ser y no ser, lo que pudimos tener y no tenemos, lo que queremos realizar y no lo hacemos: soñar.


Bah!. Me cansa excesivamente tener que admitirlo, pero tocar el piso a las 5 de la madrugada es una costumbre poco frecuente para mi gusto, sin embargo me agrada aceptar que haya una primera vez. Conté los pasos que hay desde mi habitación hasta la ducha (14 en total) y luego desde la ducha hasta la desértica terraza (26). Luego, me senté a observar como las luces de la ciudad fantasma se apagaban lentamente, y que por cada segundo los sonidos del día emergían de manera constante. Resulta extraño que en un primer momento el canto de los pájaros podía escucharse y resolverse en forma musical pero luego, en cuestión de un lapso de tres minutos, el movimiento de los carros aplacaba ese pequeño misterio de la vida. Por un instante renunci
é a todos pensamientos que había dejado el paso de la noche y me entregué a un espacio atemporal o mejor inmortal, ésa puede ser la palabra que semeja este pequeño infinito al que me vi entregada.


Ese país infinito era algo así como un universo solo mío, el laberinto de la constelación perdida, el caos del ser o no ser mezclado con el pienso y luego existo, una confusión de la realidad ajena o mía o de la soledad mía o ajena, la incoherencia de lo coherente.


Corrientes de aire púrpura transitaban en el olvido del todo, la respiración a punto de extinguirse trataba de retenerme en viejas melancolías que hacían su recorrido matutino por las vías inmemorables de mi estado. No es necesario estar drogado con inyecciones blancas para cerrar los ojos de la vida y abrir los ojos del alma: pienso. Además siento que desde las profundidades de lo inconciente una voz grita: no tengas miedo.


Pero miedo de qu
é (me pregunto), a caso las secuelas de la noche insomne estaban llevándome a un sin fin de alucinaciones y delirios que terminarían consumiendo mis miedos y mis mas temibles fantasías. Sentía que me estaba enrollando en las vendas escritas del hermoso túnel de Sabato, la alucinante complejidad de una metamorfosis Kafkiana, o quiza anclando en el puerto de una isla desconocida donde alguna vez desembarqué con Saramago. Ahora imaginaba que la coreografia del todo era un abismo impenetrable. La palabra pensada era signo de comprensión, pero ésta era una comprensión incomprendida, la comprensión del entender y no entender, de volver a la misma discusión hasta una próxima noche, hasta encontrarme a mi misma.

Anna Bahena.

domingo, febrero 18, 2007

Paisajes Inconclusos

Suena el teléfono. Una voz me avisa que son las seis de la madrugada y que ha llegado la hora de colocar los pies sobre el piso frío de la ciudad fantasma. Todo es silencio, todo es calmo, los ventanales se encuentran húmedos por la gran cantidad de lluvia que dejo el paso de las primeras horas.

En este instante el frío es delicadamente fantasioso cuando se trata de entablar conversaciones en la insensible estación de su complejidad y la calma es ahora un lugar que tiene poemas de nieve y luces de un Sol blanco.

Ahora mismo tengo miedo, el lugar donde me encuentro es un paisaje sin color, es la fantasía de un sueño de carbón. Frente al ventanal de la mañana se extienden flores amarillas y el desértico paisaje de un nevado. Mi corazón se acelera, la respiración disminuye con cada huella que dejo en la solitaria en la arena, una huella que calculo para trazar con una línea indefinida tu nombre y la pintura taciturna de tu olor. Si, tu olor tiene colores de nostalgias, tu olor es una torre de naipes que se arma y que cae luego entre las rocas de este desértico paisaje de distancias entre tu corazón y el mío. Tu olor la cúspide de mi delirio.

Me detengo, no quiero pensar, comienzo a sentir el frío entre las venas, no hay calma, siento que los pensamientos giran como un huracán de ideas en mi memoria, el viento sopla fuerte y la temperatura comienza a descender de cuatro en cuatro. Trato de hablar, de mirar al frente, pero todos han desaparecido, ahora solo soy yo con mi paisaje de un sol blanco y poemas de nieve, pero no había visto que dentro del cuadro estelar habían además montañas de rocas que acompañaban mi soledad, tengo la soledad en el cuerpo, siento la angustia de estar sola en medio de la nada, pienso que nada me diste y ahora eso es todo lo que tengo, me enloquezco lentamente en la ciudad fantasma, no hay vida humana allí, las plantas se vuelven monótonas, el aire es cada vez mas frío, siento que el alma me pesa mas que el cuerpo de la espera. Donde están todos, no se si alguien puede escucharme después de este vació el invierto toca las puertas de mi alma, la soledad ha empalidecido y yo me siento parte de su cuerpo, mis labios están rojos de dolor mientras me siento a escuchar el verdadero sonido del silencio, un silencio de viento donde todo aquel que muere en la magia de la oscuridad tiene derecho a estar en cielo del olvido, es la hora señalada, el instante preciso donde abro el libro de la noche para escuchar tu vos como una ultima vez, decirte que te amo y asi como un día perfecto narrado al oído de la muerte, dejarlo en la memoria por los siglos de los siglos...

Anna.

domingo, febrero 11, 2007

Endechas


I
EL lenguaje silencioso engrendra fuego. El silencio se propaga, el
silencio es fuego.
Era preciso decir acerca del agua o simplemente apenas nombrarla, de modo de atraerse la palabra agua para que apague las llamas de
silencio.
Porque no cantó, su sombra canta. Donde una vez sus ojos hechizaron mi infancia, el silencio al rojo rueda como un sol.
En el corazón de la palabra lo alcanzaron; y yo no puedo narrar el
espacio ausente y azul creado por sus ojos.


II
CON una esponja húmeda de lluvia gris borraron el ramo de lilas dibujado en su cerebro.
El signo de su estar es la enlutada escritura de los mensajes que se
envía. Ella se prueba en su nuevo lenguaje e indaga el peso muerto en la balanza de su corazón.

III
Y EL signo de su estar crea el corazón de la noche.
Aprisionada: alguna vez se olvidarán las culpas, se emparentarán los
vivos y los muertos.
Aprisionada: no has sabido prever que su final iría a ser la gruta a
donde iban los malos en los cuentos para niños.
Aprisionada: deja que se cante como se pueda y se quiera. Hasta que
en la merecida noche se cierna la brusca desocultada. A exceso de sufrimiento exceso de noche y de silencio.

IV
LAS metáforas de asfixia se despojan de sudario, el poema. El terror es nombrado con el modelo delante, a fin de no equivocarse.

V
Y YO sola con mis voces, y tú, tanto estás del otro lado que te confundo conmigo.

Alejandra pizarnik.

Anna.

jueves, febrero 08, 2007

Breve Historia De Amor


Sus miradas se encontraron entre las ramas de la mata de manzanas. Al poco tiempo, sus cantos eran una sola sinfonía, salían juntos. Muchos en el parque vecino sabían de aquella unión. Comían del mismo pan dietético y bebían de la misma fuente aunque fuera agua sucia. Hubo algunos besos, caricias y eternidades. Luego aventuras, caídas, desencuentros que tenían lugar en el cielo y sus inmensidades y que nunca se imaginaron en sus mentes. Nada infinito, pero se hablo de Amor.

Cuando llegó la primavera no fueron los mismos que se conocieron. Hoy, cuando ella canta desesperada en busca de su gorrión, no hay ave valiente que de la noticia de que el ya no canta, no come pan y no visita la fuente, todo porque una bala se escapó del cañón de un cazador y ahora su amante vuela a otro lugar no con alas de gorrión… sino de Angel.


Jhon Urrea.


Anna.

miércoles, febrero 07, 2007

La Desesperada Utopía de la Palabra Muerte


Aquella palabra sonaba en forma de aleteo atravesando mi memoria. Era como despertar sin querer sentirme viva y a la vez pretender sosegarme en el sueño de la muerte ya sin nombre. Tal vez imaginándola, tal vez rindiéndole homenajes a partir de mis más impávidos paisajes, tal vez acercándome a su luz y así preguntarle el día de mi hora como una ultima muerte.

Ilustracion de Nicoletta Ceccoli

Anna.