domingo, marzo 28, 2010

Semblante de la Tarde


Como un espasmo en la minúscula cabeza que ríe de fondo y se lleva la vida. Todo tiene sentido en las horas sombrías. Todo el desasosiego de la certidumbre es la alucinación de lo que no se atreve a soñar. El tiempo se comió la fantasía y nos dejó tirados a la deriva del viento donde el eco de la soledad es un poco más profundo. Ahora vacía como el cielo luego de la lluvia la sombra se acompaña de ella misma. Todo es gris. Nada de colores alrededor de los ojos, orbitas blandas, dormidas de llanto y melancolía.
Anna Bahena.

miércoles, marzo 03, 2010

Diario I

"No será que te escondes, porque tu corazón desconfía de mí, o será simplemente que no quieres venir, qué será que no llegas, este mundo ya es duro y más duro sin tí, que será por qué tardas, porque pasan los años y no estás aquí..."

La caprichosa melodía de la madrugada me rodea de llanto. Nudos en la garganta semejan el ahorcamiento de los días sin nombre y sin bandera. No hay nada fuera del desquicio y la desesperanza del abrazo. Del amor perdido en la palabra dicha, en la frase inútilmente pronunciada. Todo es como el final del día, como el cansancio de los pasos perdidos en la ruta que no tiene principio ni final.

Anda, ven y dime inútilmente que el amor es la palabra que nombras en horas de la noche y se desvanece en el muro de la realidad por el sueño que nunca fue sueño, por la ola que nunca fue dueña del mar.

Duele la noche, ésta noche. No has llegado y sin embargo ya tomas el tren de regreso a la sombra del alba. Y dejamos de ser la alegría de la madrugada, el sueño de la tarde y nos convertimos en el crudo invierno de la noche. Dejamos de ser las alas del milagro de Abril, desprovisto de la fantasía de los deseos. Y me duele la vida y saber que despertaré seguro en una melancolía implacable mientras susurro a mi oído que miserablemente, aún, creo en mí, en lo que puedo ser y puedo demostrar.

A esta hora sin tiempo ser para qué si no hay huellas del nombre que me da la vida, ser para qué si la risa negada apaga la alborada y no puedo reconocer la silueta de lo que esconde tu verdadera fuerza. Ser para qué si continuas siendo el poema sin carne que se niega a morir, ser para qué si revives mis ojos y los matas al tiempo en que resignas las fuerzas de volver a vivir.
Anna Bahena.