miércoles, noviembre 24, 2010

Pedazos de Miedo

¿Y si no quiero animarme, que hago?

¿y si hay solo gritos, que hago?

¿y si un instinto de muerte consume mi corazón, que hago?

Nunca el día fue tan oscuro,

el sol de un rojo tan asesino,

no existe lugar para los tristes en este mundo,

no hay agua cristalina, solo lagrimas turbias.

El pájaro, ¿donde me ha dejado el pájaro?

La soledad esta rompiendo el suelo como raíces negras,

el árbol de la vida se siembra al revés en mi cuarto,

cubre las paredes, oscuro

las lagrimas no alcanzan, todos ríen de mis ojos.

Mis oídos ya no aguantan voces ajenas,

me reclaman mi propia voz.

Los labios de mi alma llevan tanto tiempo cerrados

que despegarlos significa desgarrar la carne,

sangrar el dolor escondido.

Todo el llanto exiliado esta regresando,

todas las lagrimas sin cauce determinado encontraron su rumbo.

Mis oídos ya no aguantan,

Solo quiero ojos, manos en mi cabello, corazones acelerados,

abrazos sin tiempo, silencios de colores.

Ahora mi cuerpo incoherente carga un alma errante

para atropellarme con lo que sea,

hablar de lo que sea,

no importa

no puedo caer mas,

llevo semanas en el piso y apenas ahora siento el frio

y la ausencia de los que están caminando.

¿cómo no haberme visto antes?

Apenas descubro la línea triste que atraviesa mi vida.

¿Qué fue la felicidad entonces si nunca tuve tiempo para el dolor?

Susana Romero.


martes, noviembre 02, 2010

Ultima Voluntad


Quiero que estas palabras se tengan presentes,

Y además se cumplan rigurosamente

Cuando llegue el momento

En que no pueda sostenerme por más tiempo,

Ni por mis propios medios en la vida:

No acepto reanimaciones,

Ni golpes de pecho de mis circundantes;

Rechazo demostraciones de amistad tardías,

Así como inhalar oxígeno prestado.

Renuncio a que se me inyecte suero,

Así como afecto gota a gota o a borbotones;

Desecho cualquier dilatador de mi existencia,

Igual que extensiones de caridad y de ternura.

No quiero medicamentos, ni ruegos,

Mucho menos extremas unciones,

Para algo que es incurable

Y en el que la ciencia o la intención divina

No pueden mediar, no conocen el remedio.

Porque me siento peor que un enfermo terminal,

Porque después de un coma de soledad,

De olvido, de abandono, nadie vuelve.


Carlos Héctor Trejos Reyes.