miércoles, abril 28, 2010

Cerrar Los Ojos

Y entonces recordé que cuando niña jugué en mi fantasía con un Pegaso unicornio de Niebla: lo buscaré – ésta noche- bajo la cama de mi infancia.
Anna Bahena.

miércoles, abril 14, 2010

Ciudad a Cuestas

Intacta. La ciudad semeja un bosque de arboles con hojas de vidrio y tallos atiborrados de ladrillo y cemento. Los senderos que deberían ser tierra, solamente se encuentran cubiertos por ruidos que salen de las bocinas de unos transeúntes carros y los animales vestidos corren en las calles. Tengo una ciudad a cuestas. En qué momento he pintado la naturaleza de la realidad, los cuadros de mis sueños se desvanecieron con la última gota de lluvia y el temblor no fue de tierra, fue de miedo. Un miedo sumido a la contradicción y el desencanto de un paisaje inverosímil, al que dibujan los grises en los ojos. Desde una alta torre de marfil vi en alguna noche el lugar donde la emperatriz infantil gobernaba toda Fantasía, y ahora qué, he crecido y la historia interminable se ha escrito con palabras que se odian entre sí, palabras sin diástole ni sístole que permitan bombear sangre de ideas concretas, sangre que supla nuestra tierra para no morir en el intento de soñar, de imaginar clepsidras futuras en niños que un día llegarán y encontrarán la masa amorfa de una ciudad que habla por sí sola : ¿de qué habla la ciudad?. No quiero oírla porque hoy tengo miedo de mí y del día en que los grillos dejen de cantar.
Anna Bahena.

jueves, abril 08, 2010

Des-Orden Social


Es el parágrafo de una tarde inconsolable. Muros extendidos a lo largo del tiempo demarcan las fronteras que habitan los destinos soñados. Todas las claridades posibles ufanadas por el remordimiento de los verbos, de los dados lanzados para ganar la manta del ser crucificado. Dogmas del tiempo invertidos en constelaciones absurdas de desperdicio, de miseria humana enclaustrada en el orden disocial de cada cosa. Soy una enferma de olvido que llora la locura de los libros olvidados, he marcado en mis manos las violentas letras que devoran las hojas. Yo, una enferma de hielo que derrama en la tabula rasa de la existencia lágrimas cristalizadas de asfalto. Hoy tengo nudos atados en la mesa habitada. Libros encadenados a la historia de mi pasado, libros que hablan con voces cercanas: algunos cantan al poder, otros recitan la ideología, algunos se dan por bien servidos citando en blancas hojas, la mal llamada violencia in-contextual. Sí, es verdad, es éste el parágrafo de una tarde inconsolable donde el cielo no entiende que no tengo trozos ni trazos marcados en sus nubes de invierno, donde la chica de al lado me cree leyendo estructuras neuróticas y esquemas fragmentados por el fantasma del deseo y al contrario mis dedos dilucidan el paisaje de una historia agresiva y violenta donde nacen los niños cada hora, donde los olvidados son el pan de cada día y la memoria no alcanza para llamar a dios (seguramente entretenido en otras guerras) y preguntarle si acaso hay fe de alguna cosa sobre esta tierra estructural y mentirosa.
Anna Bahena.
Imagen: Monislawa