miércoles, septiembre 21, 2011

Tertulia de Vida o Muerte

Aquella botella sobre la mesa contenía la pureza de la muerte. Tras un largo silencio la desnudez en sus ojos era inevitable. Había comprendido que la entrega de sus sueños era el comienzo de su más terrible soledad. Con las maletas listas para un largo viaje miró atrás, vio morir estrellas, barcos naufragar. La luna en sus espaldas apenas rosaba lo que quedaba del día. Un minuto para la media noche y ella ponía fin a sus relojes, a su tiempo, a su corazón. Con un trozo de vidrio, marcó en su cuerpo la palabra final. El dolor no tenía forma, palabra, descripción. El dolor era eso, una palabra insondable que como gusano, carcomía la memoria y el olvido. Lloró. Mientras tanto su dolor se expandía por los ojos, se escurría por el cuello. Era un dolor rojo, un dolor fúnebre. La noche – pensó- Esta noche se rompe en pedazos de Lluvia. Estas eran sus últimas horas que colgaban del techo, ella estaba ciega de tiempo. Con un nudo en la garganta resistiendo a ser parte del olvido, respiró. Tomó a la muerte entre sus manos quién, impresionada preguntó: “¿Tienes tiempo de beberme?”, y ella perpleja en un intento de vida respondió: “¡Solo déjame beberte Muerte noche!” y la muerte pensando en su muerte, solo tuvo remedio de mirar a los ojos de esa, de aquella, la valiente que con su corazón coraza desarmado, tenía el valor de arriesgarse, de atreverse a mirarla fijamente hacia los ojos y tal vez, morir en el intento.

Anna Bahena.