jueves, noviembre 20, 2008

Cronopianna Tregua Y Cátala


Corriendo tras las ruinas de mi propia historia, mi cuerpo se hace presente y mi pensar el vago rostro de un recuerdo clausurado. Sale el sol de la siguiente mañana. Sonrio y sonrio. Los morados causados por los golpes de la tormenta ya no duelen, han desaparecido lentamente con las esperanzas del tiempo tras el vuelo de las mariposas que ahora giran desordenadamente en el estomago de mis ojos. Bailo tregua, bailo cátala. Adorno los recuerdos de esta ciudad llena de fiestas. Tomo aliento para salir a la calle, compro un respiro de silencio y mis manos son un trozo de papel en donde escribo la historia de lo que pudo ser y no es. Todo se hace costumbre, yo me niego a reconocerme en ese abismo.
Anna Bahena.

miércoles, noviembre 12, 2008

In Memoriam


Luego de quitarle la vida al reloj, encender una luz a una distancia que sea prudente a la pared. Tomar unas manos prestadas que tengan la capacidad de robar el tiempo y detener el movimiento de todo aquello que se hace sombra a la mirada. Hacer silencio, respirar profundo, tan profundo que el aire rompa el latir del corazón en cuatro pedazos a una misma distancia. Ahora, cuando el silencio se haga verso, subir aquellas manos prestadas y estrujarlas con los dedos de nuestras propias manos. Acercarlas a la pared, dibujar el universo en una sombra enlazada hasta que se haga un solo parpadeo a la mirada. Tocar el suelo, observar el vuelo de una mariposa fugaz que con sus veinte alas se pierde en el verde campo de una pared desierta. Formar una isla de siete cabañas, cuatro lunas, dos mares, cinco peces, vos y yo tras la empañada ventana de la habitación. Sentir ahora el tic tac del corazón nunca del tiempo. Permitirle a esas manos legibles desprenderse del mundo en una danza que sea de tacto, de mirada. Jugar con el espacio que existe alrededor y finalmente cerrar los ojos sin omitir aquella voz de la razón cuando susurra como un canto en el oído, como quién refuta las palabras de Oliverio, que sí es posible hacer el amor más que volando.

Anna Bahena.

lunes, noviembre 03, 2008

Anacronismos


Despierto tras el fuerte ruido de un relámpago en horas de la madrugada. Me levanto del piso, camino ahora en silencio, tiemblo. Los libros regados por la habitación se hacen camino hasta la puerta negra. Me percato de que los restos de la luz que hace unas horas iluminaban la ciudad se han hecho sombra y mis ojos no tienen la potencia fina de una mirada gatuna. Me detengo en un tiempo atemporal, sin prisa, calmado. Lleno de un color indescifrable, nítido, sencillo a la palabra humana. Color de lluvia. Transparencia del olvido. No hay duda que esta mañana de fiesta se torna fría y a la vez opaca. El tiempo se detiene con tan solo una palabra pronunciada y yo, como si fuera la Verónica despierta, abro la ventana, nunca la puerta negra. Renuncio a cada uno de mis dogmas, me pierdo en la esperanza de ver la luna atravesar esta mirada gris que me posee y me tranforma frente a todos los fantasmas que surcan la noche en esta cárcel sin rejas, esta casa sin dioses ni creencias que me absorbe, me destruye. Sí, esta casa tan llena de cuadros azules y paredes blancas donde solo queda imaginar el mar y el cielo entre silencio y silencio, quitarme los zapatos, escuchar la caracola y al final frotar los ojos fuertemente para ver estrellas, de mar.
Anna.