martes, agosto 10, 2021

Tabernáculos

 “Recuerda aquel pétalo en el latir del corazón y todo lo que aprendiste de aquella historia, que le contaste a la luna... de tu Alma...”

Día gris en lo que va del alma. Y bajo esta noche estuve recordando aquellas palabras cercanas a una historia y entre ellas quise saber si un poema que alguna vez llegó a mis manos estaría colgado en alguna página de este gigantesco mar. Entonces escribí: “Y llegaste de vestida de luz y color...” Entre en las páginas que visité aparecieron varios nombres, pero solo en una de esas páginas entre líneas conllevaban a esta frase. Lo único que variaba era la palabra fragancia por perfume. Aquí dadas las casualidades vengo a encontrar esa huella de la que durante tantos años he esperado respuesta. Aunque data de un momento de muchos años atrás, un augurio de melancolía, guardo la esperanza de que haya sido hace poco tiempo y durante una casualidad que llegaste a este lugar, así como guardo la certeza que esta botella y este mensaje llegarán a tus manos.

Han pasado muchos años desde que llegaste a inundar este mundo de palabras. Cada forma de la vida ha tenido algo de ti. La soledad se precipita cada vez que abro la puerta de tu recuerdo. Las palabras que grabaste en mi libreta en ese diciembre azul de tu llegada y tu magia, son la única fuente precisa que tengo de tu paso por mi mundo. Tengo tantas cosas que contarte. La vida, la nostalgia, el asilencio y la melancolía han crecido a mi lado. El día esperado se escapa del destino que una vez soñamos bajo la luna llena. La vida ha girado llena de azares y de sueños cumplidos y otros no cumplidos. Me siento estancada de vez en cuando en todo lo que creo y solo aquí en esta Botella al mar tengo la palabra que me habita. La única que es testigo de todos los escombros que dejó el paso de un amor en mi memoria.

Quise transcribir una carta que alguna vez te escribí pero las palabras limitan en este momento cada pensamiento. Tengo las emociones encontradas, el corazón acelerado, la sangre fluyendo piel adentro como si hubiese abierto un cofre que contenía el tesoro de un mensaje, como si abriera una botella al mar y en su contenido encontrara el mensaje intacto de tu paso por el mundo, me reviviste. Oh! Maninheiro, “La vida está llena de sueños pero es preciso no saberlo”. Ahora tengo miedo como la veladora, como si la vela al apagarse, evaporara con su llama el recuerdo de lo que fue reencontrar una emoción que reprimida estaba en la media luna del corazón que había olvidado.

¿Cómo es eso que en esa hora madre de Sueños, encontraste este pedazo de nostalgia? Y si te dijera entonces que estás en cada puesta de sol y en cada nacimiento de la luna. Que aun después de tantos años sigo con la imagen que dibujé de ti gracias a las descripciones de la vida y de la muerte. Que hay entonces de esas palabras que aprendí a conocer años atrás. Ahora recuerdo cual fue la que me tiene ahora mismo escribiendo: tabernáculo. Sé que lo entenderás.

Aquí los días han pesado como rocas pero siempre se vislumbra una pequeña sensación de esperanza. “Cada hora es madre de Sueños” y en esta hora los sueños de despiertan llenos de esperanza. No la dejes morir, me aterra leer que “Solo te veo a lo lejos, no quiero que te preguntes quién o cómo soy...” me llena de angustia, me opaca los sueños y me llena de una eterna nostalgia, pues como ves, aún después de tantos años tengo intacta tu presencia

¿Algún día vendrás? ¿Nos sentaremos a tomar ese vino una noche de invierno o bajo las estrellas? ¿Habrá un nuevo tiempo para soñar? ¿Para contar historias de caracoles o viajes en el mar? Hoy has llegado a interferir el silencio de los largos años, marcando una nueva huella de incertidumbre: “No preguntes quién soy. No lo sabrás, por más que te cuestiones”. Después de tantos años aún sigo preguntándome quien eres y por qué tantos años de melancolía escrita en el silencio.

Tantas cosas por decir entre las horas, ojalá yo pudiese verte de cerca y decir que el latir de tu corazón me recuerda a mi alma.

A.